viernes, 24 de abril de 2009

Hace muchísimo tiempo que no escribía nada, no sé si por pereza, por olvido, o por falta de tiempo.
Y es este hecho lo que me hace preguntarme por algo que a menudo damos asumimos con una facilidad asombrosa: el tiempo.
¿Qué es? El tiempo es imparable, no espera a nadie, no se compra ni se vende, no tiene ni principio ni fin... y así podríamos estar durante horas pensando en sus cualidades sin llegar nunca a saber qué es realmente.
Sentimos la presencia del tiempo porque las cosas a nuestro alrededor cambian constantemente, y es evidente que si algo "quiere" cambiar, necesita tiempo. Luego, aparentemente, podríamos decir sin miedo a equivocarnos que cambio y tiempo están relacionados. De hecho, Aristóteles describió el tiempo como el intervalo entre el estado final y el inicial. Pero entonces, ¿es correcto pensar que si no hay cambios, tampoco hay tiempo? Evidentemente no.
Imaginemos un espacio vacío e inmenso. En su "interior" no hay absolutamente nada. Después de años de observación vemos que todo permanece igual que al principio. A pesar de todo ello, nosotros sabemos que el tiempo ha pasado. La conclusión inmediata es que probablemente el tiempo sea una propiedad inherente del espacio, luego no podemos escapar del tiempo.
Rara vez el tiempo ha sido nuestro amigo. Mientras que nos permite ver cosas maravillosas como la evolución de la naturaleza en las distintas estaciones del año, o cómo nuestros hijos van creciendo; por otra parte, es responsable del estrés de nuestras vidas, del envejecimiento de nuestros cuerpos, y, en última instancia, de la muerte.
Si nos paramos a pensar un poco, en el colegio, no sólo nos enseña historia, matemáticas, física, biología... sino que de manera mucho más global, nos enseñan a aprovechar el tiempo. ¿Quién no ha oído nunca en clase (por no decir en casa) la frase "¡Fulanito! ¡Deja de perder el tiempo!"? Sin embargo, el aprovechar el tiempo o no es algo bastante subjetivo. De hecho, yo lo definiría como "utilizarlo de forma que satisfaga nuestros propósitos en un momento determinado". Luego tenemos que para la misma persona, dos situaciones distintas pueden suponer una inversión o un malgasto del tiempo.
Cuando somos pequeños, apenas apreciamos el tiempo porque no nos damos cuenta de su valor; pero a medida que vamos creciendo aprendemos a utilizarlo de manera óptima.
No obstante, ni el aprovechar al máximo cada milésima de segundo nos salvará del "tic-tac" final, la muerte.
No sé si sonará extraño, pero yo no me quiero morir. No es que le tenga miedo a la muerte, sino que, como dije en la primera entrada del blog, quiero encontrar una respuesta a todas mis preguntas, entre las cuales está el si tendré tiempo después de la muerte. Y mientras mi reloj continúa con la marcha atrás, yo sigo intentando hallar una respuesta para esta incógnita, y si alguno la encuentra primero, que vuelva aquí, y me la cuente.

7 comentarios:

  1. ¡Ay, el tiempo! Parece que en vez de acompañarnos, a veces nos persigue. Cuando tenga tiempo de reflexionar, te contestaré, si me queda tiempo. Por cierto, ¡cuánto tiempo!
    Besitos, Ana.

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  2. Esa pregunta que te haces, querido sobrnephew, acerca de si tendrás tiempo después de la muerte, sólo te la puede responder la fe. Me temo que, como el tiempo, soy recurrente en mis comentarios a tus soliloquios. Saludos.
    Espero que el tiempo te sirva no sólo para pensar sobre la vida y la muerte, o sobre el tiempo, sino también para degustar otras mieles que te ofrece la vida, mieles más terrenales y materiales, pero de las cuales hasta los filósofos más ascéticos degustaron alguna vez en su vida. Más saludos.
    Alv

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  3. Es más que probable que la gran mayoría de los grandes descubrimientos de la humanidad fueran consecuencia de largas horas de ensayo y observación que, a simple vista, pudieran ser consideradas una pérdida de tiempo. Yo creo que nadie sabe realmente qué puede resultar en una pérdida de tiempo y qué no, pero, aún así, padres y educadores seguimos pensando que nuestro juicio es más valioso que el de otros. En mi opinión, vivimos con muchos prejuicios y con mucha ignorancia y, créeme David, nos moriremos sin conocer la mayoría de las cosas que nos inquietan, pero eso es uno de los grandes alicientes de la vida, saber que aún nos queda mucho por descubrir.
    Y ahora, voy a ver si sigo disfrutando de mi tiempo que, estoy convencida, es un regalo de Dios.
    Besitos, Ana.

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  4. Álvaro, tengo que reconocer que tus comentarios son unos de mis favoritos. Aun así, me temo que sigues sin convercerme con eso de la fe, pero ciertamente, no puedo en vida encontrar nada que me vaya a mostrar que hay realmente depués de la muerte, por lo que tan sólo me queda creer en algo...

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  5. Sobrnephew, estás en un herror, así, con hache, que la palabra adquiere connotaciones férreas y horrorosas u horribles. Yo NO pretendo convencerte de nada, simplemente te presento mis convicciones, mis puntos de vista, mis criterios. Si coincido contigo en alguna que otra comedura de tarro, también coincido con tu hermano mi ahijado en que no siempre merece la pena darle tantas vueltas a las cosas, y con tu madre en que, en cualquier caso, el tiempo es siempre un regalo de Dios. Como ves, no soy el único...
    Por cierto, ¿ese "tengo que reconocer" que dices lleva elidido, pero implícito, un "aunque me pesa"? jejeje
    Alv

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  6. Cuando quise comentar, no pude. En esa ocasión no fue por falta de tiempo sino por problemas informáticos. Al día siguiente lo intenté pero el tiempo apremiaba y no fui lo suficientemente rápido. Aún con todo no supuso una pérdida de tiempo.
    ¿cómo cobra un taller? por trabajo realizado o por hora consumida. Lo mismo podríamos decir de otras profesiones.

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  7. Como has podido comprobar el anterior comentario no es de Ana, es mio. Pero te habrás dado cuenta por la superficialidad del mismo.

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