domingo, 8 de marzo de 2009

Un poco de todo

Muchas cosas han pasado desde la última vez que escribí: se me rompió el cambio de la bici mientras subía una colina a varios kilómetros de casa (y por supuesto me tuve que volver "arrastrando" la bici); vi una foca sin cabeza en la orilla (no penséis que es una nueva especie, la pobre estaba muerta...); me fui a correr sin calcetines porque aparentemente todos mis calcetines de deporte habían desaparecido al meterlos en la lavadora y me hice una ampolla en cada pie; me fui a hacer surf en un día en el que el cielo era azul y las olas fantáticas, y una hora después de haberme metido se levantó un viento horrible y no había quién cogiera una sola ola, además, como había pactado con mi "padre" que me vendría a recoger a las dos (y tan sólo eran las 12:45), decidí marcharme a casa descalzo y tabla en mano... pero no todo fue tan catastrófico. En el otro lado tenemos que he conocido a muchísima gente nueva gracias a las actividades que organiza la universidad, y que el viernes preparé la cena para mi familia, aunque se la comieron sin ni siquiera pensar que era algo distinto, igual que los cerdos se comen todo lo que les eches sin preguntarse de qué estará hecho. Me imagino que en el fondo les gustará esa comida monótona y precocinada de cada día; la frase "en la variedad está el gusto" no tiene ningún sentido para ellos.
Hablando de comida, ya sabes, Ana, que odio tirar comida a la basura, y tengo que reconocer que en nuestra casa guardamos casi todas las sobras, prácticamente nada que esté en buen estado es deshechado. Pero aquí es alucinante, no os podéis imaginar la cantidad de cosas que se tiran cada día. Empezando por el desayuno. Si hoy a los niños no les apetece la tostada con tomate y mantequilla que les ha preparado su madre, pues se tira a la basura (mejor dicho, lo tiran casi todo por una especie de triturador que está conectado al desagüe) ¡Qué más da! Otra cosa que me saca de quicio es la actitud de Michael ante los alimentos; es cierto que sólo tien 13 años, pero pegarle un mordisco a una manzana y tirarla al jardín porque no te ha gustado el sabor del primer bocado... o tirar un huevo contra uno de los cipreses de tu jardín porque te de la gana, pues es un poco absurdo, por no olvidar que casi siempre se deja el plato de la cena casi lleno. En fin, aquí todo el mundo pasa de todo y nadie si preocupa por nadie, ¡viva la anarquía! No sé cuantas veces habré lavado las cacerolas o sartenes que llevaban más de dos días en la pila, o el haber sacado los platos del lavavajillas porque llevaban ahí muchísimo tiempo, y los demás, al verlo lleno y limpio, en lugar de vaciarlo para poder meter su plato, se dedicaban a seguir amontonando cosas en el fregadero... increíble.
Pero, alejándome de nuevo de este aire pesimista, el sábado tuve la oportunidad de hacer un viaje por la región de Taeri Gorge (otro día contaré la experiencia detenidamente y con más detalles). Precioso, realmente fascinante. Eso sí, en España tenemos cosas parecidas, por no decir idénticas. Si es que España es un país especial, y muchos de nosotros no nos damos cuenta. Me veo obligado a reconocerme como una persona que conoce bastante poco no sólo de su país, sino de la propia ciudad en la que vivía. La cantidad de rincones inexplorados que hay en Madrid y que cada día pasamos por alto o los consideramos usuales. Y si avanzamos y cruzamos las fronteras de La Comunidad de Madrid... las posibilidades son infinitas.
Eso sí, quizás los paisajes sean similares, pero el viajar a otros países nor permite siempre conocer culturas y formas de pensar completamente distintas. Me han enseñado, y con el tiempo yo mismo me he dado cuenta, que viajar es la mejor forma de aprender. Aporta muchísimas cosas y, lo que es más importante, abre nuestras mentes. Pero no sirve de nada conocer casi todos los países del mundo si uno no sabe prácticamente nada de sus orígenes, porque, en el fondo, sin no conoces tu orígenes, no eres nadie.

5 comentarios:

  1. Ya te echaba de menos!!!
    Lo que te pasa es, simplemente, que estás muy mal acostumbrado.Bien es verdad que en casa casi siempre vaciabas tú el lavavajillas pero siempre tenías calcetines, je,je. Hace falta ser cenutrio para irse a correr sin calcetines. Veo que en dos meses te conviertes en uno de ellos. Andate con cuidado!!!
    Besitos, Ana.

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  2. No hacia falta que arrastraras la bici, la podías haber llevado rodando a tu lado. Mira que soy tonto, cuando estubiste en casa tenia que haber dejado las sartenes sin fregar para que las fregases tú, es verdad que el lavavajillas te gustaba más. Como dice tu madre ten cuidado que te conviertes en uno de ellos.
    Carlos

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  3. La verdad es que deben estar encantados contigo. Que bien funciona el servicio... para que lo van a hacer ellos, si ya lo vas a hacer tú... como me dijeron a mi una vez... "es a ti a quien le molesta ver la cocina asi y por eso lo haces... a mi no me molesta...".
    Eso si, luego no vale cabrearse, porque realmente lo haces porque asi te sientes bien contigo mismo, porque piensas que estas haciendo lo correcto, lo que se debe hacer.
    Muchas de estas cosas las ves cuando te independizas, cuando dejas de tener a tu madre detras lavando la ropa y planchandola (porque no vuelve sola al armario porque si), una casa y un baño limpio... en cuanto ves que esto no se hace solo, te das cuenta del trabajo y dedicacion que hay detras... y que rara vez se valora.

    Un besito y cuidate.
    Susana

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  4. Gracias a Álvaro he conseguido meterme en este blog y poder hacerme seguidora, David me encanta todo lo que cuentas. Ya sabes lo que dicen por ahí, como en casa en nigún lado, ánimo muchacho ya te falta menos!. Álvaro me dice que te diga: Hay muchos peses! ja ja.
    Un beso muy grande.
    Mª Carmen

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  5. Tienes razón Susana,vale cabrearse, pero hay veces que te entran unas ganas...

    Y como dice Mari Carmen, "como en casa, como en ningún lado".
    "Hay muchos peses!!" Jajaja! Una frase mítica...
    Un beso muy fuerte.

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