viernes, 20 de marzo de 2009

Viaje a Queenstown

14 de febrero, 6 de la mañana, se activa la alarma de mi despertador.
Enseguida me levanto (pues esta noche no he dormido bastante bien, y básicamente estaba esperando que sonara la alarma) y me voy a la ducha mientras pienso que será especial en el día de hoy.
Scott me acerca a la universidad, donde me espera un autobús que saldrá a las siete y cuarto. Cada vez hay más gente,y los murmullos en japonés comienzan a hacerse notar para convertirse, una vez en el autobús, en el ruido de fondo. Era de esperar que el número de japoneses fuera dominante, pero yo esperaba que al menos algún que otro estudiante kiwi se apuntara a la actividad. Veo que me equivocaba.
Prácticamente la primera hora de viaje la paso intentando aprender los nombres de las chicas (tan sólo somos 6 hombres en este viaje; mejor dicho, cinco y medio: dos estudiantes, un profesor, su hijo, el conductor, y la mitad que falta, yo) japonesas que están a mi alrededor (Satumi, Noriko, Kanako, Satzski, Átzusa, Sayuri...). Es como intentar memorizar una serie de letras inconexas y carentes de sentido. Dificilísimo.
Tras dos horas y media hacemos la primera parada, en Alexandra, un pueblo con muy poco atractivo en el que la mayoría de las japonesas, "shopaholics" compulsivas, entran en tantas tiendas como pueden con la intención de comprar cualquier cosa (podríamos decir que este va a ser el proceso que se repita cada vez que haya algún comercio cerca).
De nuevo en marcha, no puedo evitar el caer dormido prácticamente hasta la llegada a Queenstown, aunque afortunadamente me despierto unos minutos antes en los que aprovecho para tomar algunas fotos del paisaje que me rodea.


A pesar de que ha estado lloviendo los dos últimos días, el tiempo nos sonríe y tenemos ante nosotros un cielo azul con algunas nubes sedosas que el viento domina a voluntad.
La primera actividad nada más llegar a Queenstown tiene lugar en un barco precioso, construido en 1912 y que conserva casi la totalidad de las piezas originales, por no olvidar que funciona con carbón. Pero no es el barco lo que más me llama la atención, sino el lago, con unas aguas cristalinas que me permiten ver el fondo sin ningún problema (siempre que esto sea posible, porque, entre otras cosas, este es el lago más profundo de Nueva Zelanda).


A bordo el ambiente es estupendo. En la parte central interior hay una especie de balcón que da a la sala de máquinas, donde se puede apreciar al motor en funcionamiento, y en la popa está un pianista que le da a la travesía una banda sonora de ensueño.
En cuanto me entero de que la sala de máquinas se puede visitar, no me lo pienso, inmediatamente voy allí y me quedo fascinado al ver toda la maquinaria en movimiento (no dejo de preguntarme cómo demonios alguien puede haber diseñado una máquina tan compleja)
Mi siguiente parada está en la cubierta de proa, donde uno puede sentir el viento acariciándole la cara (es entonces cuando me doy cuenta de que el barco avanza bastante más rápido de lo que había supuesto). No paro de sacar fotos, pero después de diez minutos he fotografiado todo lo habido y por haber, así que me apoyo en la barandilla y disfruto del paisaje hasta que el barco toca tierra de nuevo.


En la orilla en la que me encuentro ahora vamos a hacer una visita a una granja, donde las ovejas son las protagonistas (si aún no lo sabéis, Nueva Zelanda tiene setenta millones de ovejas frente a unos cuatro millones de habitantes), aunque también hay ciervos, yamas, y vacas.
Tras un breve tour en el que damos de comer a todos los animales que nos encontramos y disfrutamos del humor del guía (yo me muero de risa, aunque no sé si es que la gente no entiende lo que dice, o es que son todos muy serios), llega la hora del té o el café (como dice mi amigo el guía, "If you don't like tea and coffee, they serve coffee and tea in the same area". Por supuesto nadie se ríe...) Tras ponerme morado de pasteles (Dios mío que buenos estaban...) me voy al jardín. La casa es preciosa, situada junto al lago y a los pies de una montaña increíblemente escarpada.


A continuación vamos a ser espectadores de algo que no se ve todos los días: cómo se esquila una oveja. Pero antes observamos como el obediente perro pastor corre colina arriba para traer a algunas de las ovejas. Ya está todo dispuesto, todo el mundo sentado y el guía en el "escenario" preparado para dar la explicación magistral. Nos cuenta que el récord mundial en esquilar ovejas es de 321 en un día (con unas tijeras bastante parecidas a las de podar), exactamente en 7 horas y 40 minutos, por el australiano Jimmy Haw, y acto seguido el guía dice "...and he has now retired from shearing (esquilar)... because he is dead." Yo me parto con este tío, debería estar en el club de la comedia neozelandés...


Finalmente se decide a coger una oveja y a quitarle su preciada lana. La pobrecilla da pena después después del proceso, y el pastor ha obtenido un manto de lana perfecto.
Por último visito la tienda y allí contemplo cómo se hacen los carretes de lana con un huso y una rueca (no puedo evitar el acordarme de La Bella Durmiente). Después de esto, poco me queda ver en esta orilla, así que espero sentado a la llegada del barco...



Continuará...

7 comentarios:

  1. A mí me pareces un hombre bastante completo, aunque sólo sea por ser capaz de ir de excursión con todas esas japonesas, je,je.
    Todo lo que cuentas es muy interesante. Me muero de ganas de ver todas las fotos cuando las publiques en Kodak gallery. No sé si los demás podrían acceder a ellas, estaría bien.
    Creo que el sentido del humor japonés es muy diferente al nuestro. Seguro que su club de la comedia no nos hace ninguna gracia, si es que tienen uno. Tú sigue riendo, ya sabes lo sano que es. Por cierto, yo prefiero tea and coffee, ja, ja.
    Continúa pronto, besitos, Ana.

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  2. Hola David
    Hacia tiempo que no te leia y observo que tu tambien te has dado un respiro literario. Volvamos a las buenas costumbres. Prometo recuperar la frecuencia de lectura de mis blogs favoritos!
    Yo tengo una amiga que se llama Kanako y otra que se llama Akiko. Tengo tambien muchos amigos japoneses: Morio, Tanaka, Toyoda, Hideaki, Komoda....Sus nombres sonaran raros y su acento comico (seguro que ambas cosas son reciprocas cuando nos conocen a nosotros). Pero cuando les escuchas bien encuentras a gente estupenda.
    Como dice Ana, el humor kiwi es diferente al nuestro pero cuando le coges el punto te partiras de risa.

    Un abrazo

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  3. Una de las actrices más bellas de la historia universal del cine se llamaba Machiko Kyo (o Kio) y era, como podrás deducir, japonesa. Yo tengo un amigo pianista, español, que se llama Javier y está casado con una bellísima pianista japonesa que se llama Haruko, con hache "jaspirada". La hija mayor de ambos se llama Koko Cristina (y en el nombre hay también un homenaje a la francesa Coco Chanel, pues fue en Francia donde nació su increíble y musical historia de amor); de la pequeña ahora mismo no recuerdo su nombre, pero es también un ejercicio de bilingüismo hispanojaponés. Y estoy de acuerdo con Older-Broth: detrás de un nombre con una sonoridad peculiar siempre hay gente estupenda. ¿Otra prueba? Si no la has visto, te recomiendo que te busques la manera de ver la película "El verano de Kikujiro". Aprenderás a partirte de risa en japonés...
    A-brazos.
    Alv
    PD: Quizá puedes ser menos prolijo en los detalles como el sonido del despertador, cómo levantas la sábana, a qué saben los cornflakes con kiwi o cuántos minutos pasas en la ducha... Lo demás, interesantísimo.

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  4. El problema de todos esos japos (japas) es que probablemente no entiendan ni papa de los que les dicen... Porque los japoneses que yo he tenido la suerte de conocer (Takashi, Keiko, Yumiko, Reikko, Michi) eran gente con mucho sentido del humor.

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  5. Bueno, David, que sepas que he intentado mil veces publicar un comentario, pero por lo que se ve mi Mac se llevaba mal con la palabra clave esa que tanta rabia me da... (yo la tengo desactivada, aunque sé que a Álvaro le gusta...). Sigue disfrutando de NZ, es una oportunidad única.

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  6. Pues yo no conozco a ningún japones, que sois todos unos frikis, pero me dan mucha envidia las fotos que publicas.
    Vaya paisajes. Desde luego que oportunidad estás viviendo.
    A ver si podemos acceder a las fotos que publicas en fotos, que, aunque me puedo ganar la enemistad de mis hermanos en plena fiebre bloggera por decir esto, una imagen vale más que mil palabras.

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  7. Hola David, yo tambien soy friki, conozco a japoneses y japonesas. Por cierto si kieres konozco alguna palabra en Japones, por ejemplo cuando tienes hambre tienes que decir "ona kasuita" como suena sin acento.
    Por cierto se te hechaba de menos.
    El proximo día aprenderemos a presentarnos en japones, jejeje

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