viernes, 1 de mayo de 2009

Es viernes de nuevo. A diferencia del viernes pasado (en el que me levante a las 7:43 porque había olvidado activar la alarma, y casi pierdo el autobús), me levanto tranquilamente a las 6:30, y me voy a la ducha. A continuación, voy a la cocina para desayunar, y me acuerdo de que ayer se me acabó el pan para el "lunch" de mediodía, así que decido que, antes de nada, tengo que preparar mi almuerzo "robándole" pan a mi "host-family" (a mi "padre", Scott, no le importa que use las cosas de casa, pero lo cierto es que Paula se pilla unos rebotes...). Después de esto, la mañana transcurre como de costumbre y, antes de salir de casa, compruebo el estado de las olas para ver si vale la pena ir a hacer surf al terminar las clases, pero no, de nuevo el mar está "messy". Llevamos casi dos semanas así, necesito ir a la playa a coger algunas olas...

Hoy, en clase, tenemos el primero de los exámenes finales de evaluación, Writing. Una hora y media, un tema a elegir entre los tres que nos ofrecen, 400 palabras como mínimo. Más de uno se está mordiendo las uñas, ni que fuera para tanto por favor... El primer tópico es comparar las visiones futuristas de dos películas que hemos "mediovisto" en clase: Fahrenheit 451, y THX 1138 (si alguno no las conoce, yo por ejemplo no había oído de ellas hasta el miércoles por la mañana, un dato curioso es que THX 1138 fue la primera película de George Lucas); el segundo, es discutir los valores de el mundo de la moda; y por último, tenemos "Love to money is the root of all evil. Agree or disagree". Yo elijo el tercero, y me muestro claramente a favor de la frase.
Durante el examen, el compañero que tengo a mi lado, Dereck (que es un tipo extremadamente raro) se pasa prácticamente la primera hora del examen pensando en las musarañas, murmurando para sus adentros, y dibujando unos garabatos en la hoja de las anotaciones que ni un escriptólogo podría descifrar. Tras terminar 20 minutos antes de lo previsto, me voy a devolver un libro a la biblioteca , El alquimista, de Paulo Coelho. Estoy seguro de que todos lo conocéis. Cuando, el lunes, decidí empezar a leerlo, me acordé de mi padre, que una vez me lo recomendó en casa, y además, la responsable de la biblioteca, Jo, me dijo que estaba bastante bien. Pues no me ha gustado nada. Me ha parecido increíblemente simple en cuanto a la forma de escribir (eso sí, tampoco pido que todos los autores escriban como Álvaro... Álvaro no te piques...¡jajaja!)
Y aunque tengo que reconocer que el argumento enganchaba, esperaba mucho más después de haber leído todas las críticas positivas que venían en la contraportada del libro. En fin, para gustos, colores.
En la siguiente clase, tenemos el examen de vocabulario de la semana y una práctica de Reading de cara a la semana que viene. A continuación, una hora y diez minutos de pausa para el almuerzo, y finalmente, la clase de IELTS (International English Language Testing System), que desde que me cambiaron al profesor en las clases de General English (sustituyendo a Tom por David), se ha convertido en la etapa más productiva de cada día.
A las tres terminamos. Este viernes, la actividad organizada por la universidad es badminton, y por supuesto, me he apuntado. No hay mucho que comentar salvo que conozco a algunas personas nuevas que llegaron hace dos semanas.
Cuando terminamos, en torno a las 4:45, en lugar de coger el autobús de vuelta a la universidad, tengo la posibilidad de volverme caminando a casa, porque el pabellón de badminton está a unos 25 minutos. Pero no voy a casa, sino que comienzo a caminar en el sentido contrario, hacia St Clair. Necesito ver el mar.
Una vez allí me siento distinto. Es precioso. La luz de un sol al que le queda algo menos de una hora y media para desaparecer por completo ilumina la playa de una forma única. Además, muy próximas al horizonte, están unas nubes en forma de manchas curiosamente alineadas. Parece que alguien las hubiera colocado con una regla.


La vuelta a casa la hago caminando a lo largo de la playa. Me habría descalzado, pero a pesar de que tenemos un día despejado, hace frío. Puesto que tengo que recorrer unos dos kilómetros de playa, y otros dos de la playa a casa, pienso en ponerme los auriculares y escuchar música. Pero no, quiero oír el mar. Mientras camino, me fijo en las olas. Me encantan. Hay algunos surfers en el agua, pero definitivamente, no es el mejor día para coger olas, pues éstas rompen de golpe, y no sería la primera vez que intentando coger una de ellas te "machaca" y acabas tocando el fondo con las rodillas.

No sé porqué, pero me siento muy feliz; voy caminando como un idiota con una sonrisa en la cara. Miento, sí sé por qué: estoy en Nueva Zelanda, no tengo ningún problema grave en mi vida, me lo paso genial en la universidad, siento como aprendo más y más cada día, he conocido a muchísima gente... Me considero afortunado...
Cuando llego a la playa de St Kilda (que es como si dijéramos la segunda playa de El Sardinero) me tengo que desviar para continuar hacia mi casa, pero no sin antes pasar 20 minutos contemplando el mar desde un mirador que está en la entrada de la playa. Ya lo dije una vez, me podría pasar horas y horas mirando las olas romper, son todas tan iguales y distintas a la vez...

Por suerte, el pronóstico para mañana predice buenas olas, por lo que, una vez más, podré estar en el único sitio donde realmente me siento libre y tranquilo, el mar.

5 comentarios:

  1. David, David, me pico menos de lo que vos pensáis y por motivos diferentes de los que cabe imaginar. No me importa tanto que consideres mi prosa recargada y mi vocabulario pedante cuanto que recargues tu texto de asuntos consuetudinarios de banalidad extrema, como los minutos que inviertes en ducharte, cuando tienes tantas y tan buenas cosas que relatarnos. No me importa tanto que consideres una dura prueba de humildad reconocer que te gustan mis comentarios, un poco punzantes y combativos, lo admito, como que caigas en la desidia más atroz, en la peor desgracia del escritor, del periodista, del redactor, del bloguero... ¡¡¡¡¿¿¿Dónde están los títulos??!!!! ¿Cómo no pones título a tus palabras, hombre de Dios??? Esto sí que es grave, muchacho. ¡Ay!

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  2. ¡Camina junto al mar!¡Mira el cielo! ¡Observa las olas! ¡Disfruta de la grandiosidad de las cosas que te rodean! ¡Conversa con todos a quienes vayas conociendo! Todos son momentos irrepetibles.
    Soy feliz cuando sonríes y me apena verte triste. Es contagioso.
    P.D. Para una frase que le sobra a tu texto, va Álvaro y se fija en ella.
    Besitos, Ana.

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  3. Jejeje, es que yo soy como la jefa de Lou Grant: Pinchon. Jejeje
    Aun así, no te quedes sólo con lo malo que te digo (soy corrector, es deformación profesional) sino con lo bueno que omito y que tienes la obligación de intuir.
    Come on boy no te rindas, hein?
    Alv de nuevo

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  4. Tienes razón, siempre me como el título. No es porque no quiera escribirlo, sino porque se me olvida por dejarlo para el final.
    Por otro lado, también es cierto que tus comentarios son de los que más me gustan, por no decir que son los que me ayudan a mejorar a la hora de escribir...
    ¿Rendirse? No, ni ahora ni nunca. El que se rinde es porque realmente no quiere alcanzar ninguna meta, y ese no es precisamente mi caso...

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  5. Es curioso. ¿Ha influido "el pensamiento de la semana" en la lectura de "EL Alquimista" o ha sido por casualidad? Cada libro tiene su momento, aunque este pueda ser múltiple y cada momento tiene su libro. Es posible que un mismo libro leído en ocasiones diferentes te aporte sentimientos contrapuestos. Sigo pensando que Santiago y tú vais tras una quimera. "Sólo una cosa hace que un sueño sea imposible: el miedo a fracasar" y no creo que eso te ocurra, así que sigue escuchando a tu corazón pues no conseguirás callarlo.
    Otro libro recomendado del mismo autor: Once minutos. Un abrazo

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