viernes, 8 de mayo de 2009

Un absoluto "sin vergüenza"

Ayer viernes perdí todo el miedo a hacer el ridículo que quedaba en mi interior. Para Ana esto sonará casi surrealista...

Ayer a las cuatro de la tarde comenzaba la actividad semanal organizada por la universidad. Esta actividad era una especie de carrera de orientación, "The Amazing Race" (así la llamaron porque en Nueva Zelanda había un programa de televisión muy famoso con el mismo nombre, y, además, la actividad estaba inspirada en ese programa).
Las tres primeras pruebas no tenían nada de especial, quizás la más llamativa era la de ir al jardín botánico, que está a unos 10 minutos de la universidad, y tomar fotos de tres especies de pájaros, tres tipos de árbol, y tres flores.
Pero la cuarta prueba... Para empezar, tenía cuatro partes distintas que se podían llevar a cabo en el orden que el grupo quisiera. Una era fotografíar a un miembro del grupo, o todo el grupo, frente a cuatro graffitis distintos; otra era encontrar la estatua de Robie Burns y sacar una foto con todo el grupo. Vale, hasta aquí no hay nada que nos llame la atención.
La tercera parte era comprar un "out fit" ,con cinco dólares que nos habían dado previamente, en una tienda de ropa barata e incríblemente hortera. Además, un mienbro del grupo debía vestir esas prendas hasta el final de la carrera. Puesto que nadie en mi grupo estaba dispuesto a manchar su reputación de una forma tan absurda, fui yo el que optó por un look único. Unos clazoncillos azul brillante con ositos, y una camiseta de mujer amarilla y de tirantes. Y después de esto, a seguir corriendo por las calles. Y si alguno todavía piensa que no era para tanto, es porque no he contado la última parte. Ésta consistía en ganarse dos dólares haciendo "busking" (algo así como "street performance", es decir hacer algo espectacular en la calle de forma que "alguien" me diera dos dólares), y todo ello grabado por la cámara del equipo, de forma que el video sirviera de prueba.
De nuevo fui yo el que se apuntó al desafío. Imaginaros a un tipo en la calle Princesa con una camiseta de tirantes competamente ceñida al cuerpo y unos calzoncillos sobre sus pantalones mientras baila dando palmas y saltitos, y al mismo tiempo cantando una canción que dice: "Please give me two dolars, please give me two dolars..." Si habéis sido capaces de imaginar tal situación, tan sólo os queda ponerle mi cara a vuestro personaje, porque, sí señores, ese era yo.
Afortunademente al poco tiempo un alma caritativa cuya expresión no soy capaz de describir, se acercó y, tras mirarme y preguntarme si hablaba español (no sé cómo narices supo que era de España, pero yo le di conversación porque veía en él la oportunidad de ganarme mis dos dólares), le dije cuatro palabras en nuestra queridísima lengua materna, y me dio dos dólares (puesto que el video no fue grabado con mi cámara, ya que me la olvidé en casa, estoy esperando a que un compañero me lo pase, y entonces lo colgaré).
Finalmente, vuelta al "common room", donde tan sólo nos quedaba pintarnos nuestras caras con pinturas de colores y con un tema común para todos los miembros del grupo. Yo no me compliqué y le pinte a todo el mundo un interrogante enorme que iba desde la frente a la boca, y una cruz en cada mejilla.
Una vez que llegó el último grupo, nos hicimos muchas fotos, nos reímos un buen rato, y se repartieron los premios (mi equipo no ganó ninguno porque fuimos los cuartos... de cinco).
A continuación (eran las siete de la tarde) teníamos que ir a una cena en casa de mi profesor, ya que celebrábamos el final del primer "term". El camino fue de todo menos seco, y después de 25 minutos andando bajo la lluvia y gracias al sentido de orientación que he heredado de mi madre (aunque, como ocurre con sus hijos, yo experimenté que nadie confiaba en mí, y que todos pensaban nos íbamos a perder...) llegamos al número 15 de Maheno Street. Allí estuvimos hasta las diez más o menos. Pero la noche aún no había acabado para algunos de nosotros. Cuatro o cinco nos fuimos al a apartemento de Leander, donde había un fiesta, y yo seguía con la cara pintada, aunque eso ya me daba igual. No estuvimos mucho rato, y a eso de las doce abandonamos el lugar, y cada uno se fue a su casa. Yo me tuve que coger un taxi porque a esas horas no había autobuses.
Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue coger la cámara y sacarme un par de fotos de mi cara de payaso. Aquí os dejo una de ellas.

9 comentarios:

  1. Me alegra tanto lo que cuentas que por esta vez voy a pasar por alto el hecho de que seas capaz de escribir hortera sin hache.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Álvaro. Aún así todo se puede explicar:
    creo que es la primera vez que he escrito la palabra "hortera". La habré usado muchas veces mientras hablaba, pero sin preguntarme nunca cómo se escribía.
    Gracias de nuevo y, aunque no te lo creas, me gusta que me corrijas. No me gusta tanto si es mi madre la que lo hace, pero mientras sea mi tío, no hay problema, jajaja!!

    ResponderEliminar
  3. ¡Ya iba siendo hora de que la perdieras! Me da la sensación de que en este caso eran los otros miembros del grupo los que sentían vergüenza ajena, je, je.

    Yo creo que Álvaro se alegra tanto porque siente un poco de envidia, no sé si él sería capaz de tamañas extravagancias.

    Siento comunicarte que seguiré corrigiéndote. Sobre todo cuando vuelvas y ya no sepas hablar español. Ja, ja ,ja.

    Besitos, Ana.

    ResponderEliminar
  4. Un absoluto sinvergüenza que nunca actualiza su blog ni cuenta peripecias ni nada de nada de nada. Endeluego, endever...

    ResponderEliminar
  5. Toda la razón. Debe ser que perdiste la vergüenza y pasaste al desmadre más absoluto... ;)))

    La verdad es que ya te vale.

    ResponderEliminar
  6. Davidillo, que te duermes, y nos tienes en ascuas sobre lo que te estará deparando el destino en estos días.
    Un poco de literatura, por favor, un poco de literatura.

    ResponderEliminar
  7. Veo que el sin verguenza sigue sin escribir en su lengua materna, pues se que lo hace -y muy bien por cierto- en neozelandes.

    ResponderEliminar
  8. Dejadlo, chicos, nos está castigando con el látigo de su indiferencia y el cilicio de su desdén. Espero que la causa sea el amor, porque si no, mal le va a ir cuando retorne al seno de la nostra famiglia (léase esto último con acento de la Sicilia profonda).

    ResponderEliminar
  9. Pues eso, que se habra echado novia... pero que nos lo cuente por favor!!
    Queremos saberlo todo.
    Y como es ella...?

    ResponderEliminar