Comienza mi primer auténtico día en Dunedin. Toca levantarse pronto porque me gustaría ver la competición de surf en la que participa Michael (y no Marco, gracias Ana por corregirme) y hay que salir de casa a las 7:30. Pienso "Guau, una competición de surf, esto va a ser increíble". Pero que sorpresa la mía cuando veo que el surf al que se refieren se realiza con una especie de piraguas (en las que se usa un remo) o con unas tablas parecidas a las de windsurf (en las que se rema a mano).
Aun así no pierdo la emoción.
La gente calentando, cada vez hay más tablas en la playa, algunos se ponen los trajes de neopreno (otros, bastante "machotes" sin duda, se atreven a meterse "a pelo" en unas aguas que fácilmente pueden estar por debajo de los 10 grados), cada equipo montando sus puestos... A las 8:30 es la primera carrera, de las chicas. Me explican que la mayoría de las pruebas consisten en hacer un recorrido de boyas saliendo siempre desde la orilla, y que para que la llegada sea válida es necesario cruzar la meta con la tabla en la mano. Hoy el mar está calmado, pero también me cuentan que cuando hay olas grandes estas competiciones son muy emocionantes.
Sin embargo, mi "hermano" Michael me dice que el no participa en las pruebas de agua; entonces, ¿qué es lo que haces? me pregunto. En seguida me aclara que hay otra prueba que consiste en correr, unos 80-100 metros, a lo largo de la playa. En ese mismo momento su madre me dice al oido: "Es que no se le dan muy bien los deportes en el agua, y prefiere no arriesgarse a perder", ¡qué listo! así cualquiera...
Hasta las 11:30 no tiene lugar la primera carrera de Michael, pero mientras tanto hemos visto como el club de St Clair (al que pertenece Michael) ganaba varías pruebas en el agua.
Dan la salida, Michael echa a correr, en seguida se pone primero, le veo muy relajado, incluso se atreve a girar la cabeza y a variar el ritmo con bastante frecuencia. Se ha esforzado lo justo para ganar. Después me dice que no quería gastar energía porque él ya sabía que iba a quedar primero y quería resevarse para la final, su siguiente prueba. Hasta que empieza pasa casi una hora, en la que aprovecho para hablar con Victoria (a diferencia de Michael, Victoria apenas me ha dirigido la palabra desde que llegué). Me cuenta que no le gusta el mar, hecho que me sorprende bastante, y que a ella le va el voleybol. Como veo que la conversación se hunde le pregunto el significado de algunas palabras, pero me responde sin más a mis cuestiones y la charla finaliza.
Como todavía quedan unos minutos, me acerco a un puesto con Paula y nos compramos una salchicha para matar el gusanillo. Con el aperitivo en la mano nos acercamos a ver la carrera. Me cuenta que el chico que está a la derecha de Michael es el que siempre le gana, esperemos que hoy no sea así. Algunos chicos cavan agujeros como en las antiguas pistas de atletismo de ceniza para impulsarse con más fuerza; al parecer esto va en serio.
"Preparados...listos...¡ya!" Empiezan a correr, Michael sale tercero, pero a mitad del recorrido se coloca segundo, mometo en el que pasa por delante de nosotros mientras le animamos. Ahora sí lo está dando todo, pero al parecer no es suficiente como para ganar a su archienemigo. Michael se tendrá que conformar con un segundo puesto.
Son las 12:45, depués de los relevos de 100 metros se dan por concluídas las pruebas de velocidad. Ahora quedan las pruebas más duras, pero también las que más me gustaron, en el agua. La primera de ellas, consiste en un recorrido de boyas a nado seguido por unos cien metros corriendo tras los cuales los participantes alcanzan su tabla y se lanzan de nuevo al agua con el mismo recorrido para, finalmente, atravesar la línea de meta en la orilla (tabla en mano).
Puesto que todas las categorías tienen que hacer esta prueba, pasa casi una hora y media. (Por cierto, olvidaba decir que hasta ahora todas la pruebas han sido o masculinas, o femeninas, pero no mixtas).
Y por último, la prueba final, una serie de relevos en los que participan todas las categorias de ambos sexos al mismo tiempo, donde cada una de las cuales desempeña un papel:
Los más pequeños tienen que hacer el tramo corriendo (éstos daran comienzo y fin a la carrera), los medianos se subirán a las tablas, y los mayores nadarán. Esta prueba es importantísima porque es la que más puntos da al ganador.
No recuerdo los resultados, pero puedo decir que St Clair no quedó entre los tres primeros.
A continuación hay que empezar a desmontar el campamento y prepararse para la entrega de medallas, que tendrá lugar en torno a las 15:30. Todos estamos agotados, y no sólo eso sino que algunos hasta nos hemos quemado porque pensábamos que el sol que brillaba tan intensamente en el cielo azul era de adorno.
En cuanto Michael recibe las medallas que le corresponden (en total tres por haber participado en dos carreras de relevos) Paula, que está muy cansada, decide que es hora de irse.
En cuanto llegamos a casa, Paula y Tory (abreviación de "Victory", y forma en la que la llaman sus amigos) deciden echarse una siesta y yo acompaño a Michael a comprar unas chuches.
Un poco más tarde, sobre las 17:00 me voy al supermercado con Paula. Tengo que reconocer que los supermercados son la cosa más universal que uno se puede encontrar en cualquier país, caracterizados siempre por la diversidad de colores en las estanterías y la mezcla de aromas en los pasillos. Tan sólo una cosa me llama la atención, y es que, a la hora de pagar, la dependienta introduce delicadamente las cosas en cada una de las bolsas (de esa forma desaparece el sentirnos bajo presión cuando la cajera nos lanza cinco objetos por segundo mientras que nosotros sólo somos capaces de meter uno en la bolsa... seguro que Ana se está acordando de sus amigas del Lidl)
Cuando llegamos a casa pasan algunos minutos de las seis, y Paula se pone a preparar el "tea time-dinner" como lo llama ella. Veo que, si no quiero cenar solo, tendré que acostumbrarme a cenar en el salón sentado en el sofá mientras vemos la tele, cosa que es incomodísima (la verdad es que hacen muy poca vida familiar, ninguna de las comidas la hace todos juntos y charlando. Sin duda alguna es algo que echo de menos...)
Un poco más tarde me voy a mi habitación y me pongo a escribir en el ordenador. En seguida noto como los párpados se me cierran sin que pueda evitarlo, me doy cuenta de que me estoy durmiendo a intervalos de un treinta segundos frente al ordenador. "Necesito un descanso" me digo. Me tumbo en la cama y cuando me despierto, ¡son las doce! Por supuesto todos están dormidos. Me pongo el pijama y me acuesto de nuevo, el "jetlug" me ha atrapado.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario